martes, 28 de enero de 2014

85 ricos suman tanto dinero como 3.570 millones de pobres del mundo

El 1% más pudiente de EE UU concentra el 95% del crecimiento tras la crisis, según Oxfam

El 80% de los españoles cree que la ley favorece a los poderosos


Un niño, en un basurero en Guwahati, India. / FOTO: REUTERS / VÍDEO: ATLAS
La masiva concentración de los recursos económicos en manos de unos pocos abre una brecha que supone una gran amenaza para los sistemas políticos y económicos inclusivos, porque favorece a unos pocos en detrimento de la mayoría. Así que para luchar contra la pobreza es básico abordar la desigualdad. Esta es la conclusión del informe Gobernar para las élites. Secuestro democrático y desigualdad económica, que publica hoy la ONG Oxfam Intermón.
El estudio parte de datos objetivos de varias instituciones oficiales e informes internacionales que constatan la “excesiva” concentración de la riqueza mundial en pocas manos. Datos como que 85 individuos acumulan tanta riqueza como los 3.570 millones de personas que forman la mitad más pobre de la población mundial. O que la mitad de la riqueza está en manos de apenas el 1% de todo el mundo. Eso sin contar, advierte el informe, que una considerable cantidad de esta riqueza está oculta en paraísos fiscales.
El informe de la organización, que será presentado en el Foro Económico Mundial de Davos junto a un clamor para que se adopten compromisos para frenar la desigualdad, advierte de que “las élites económicas están secuestrando el poder político para manipular las reglas del juego económico, que socava la democracia”.

"Los inversores se han aprovechado de los rescates", afirma el informe
El informe va acompañado de datos que plasman con nitidez el aumento de la concentración de riqueza en pocas manos desde 1980 hasta la actualidad. O cómo la concentración y la brecha siguen aumentando pese a la gran recesión del año 2008. En Estados Unidos, por ejemplo, el 1% más rico de la población ha concentrado el 95% del crecimiento posterior a la crisis financiera. En Europa, los ingresos conjuntos de las 10 personas más ricas superan el coste total de las medidas de estímulo aplicadas en la Unión Europea entre 2008 y 2010 (217.000 millones de euros frente a 200.000).
La tibieza en la presión fiscal a los ricos, los recortes sociales o el rescate de la banca con fondos públicos son ejemplos de un fenómeno que es tan visible que crece la conciencia pública del aumento de este poder. Oxfam Intermón apoya esta afirmación en una encuesta realizada en España, Brasil, India, Suráfrica, Reino Unido y Estados Unidos, que revela que la mayor parte de la población cree que las leyes están diseñadas para favorecer a los ricos. En España, el 80% de la población cree que las leyes están hechas con este objetivo.
Sobre el caso español, el director de Oxfam Intermón, José María Vera, afirma que el país “no escapa a esta dinámica” y que la actual crisis se explica en parte por ella: “Los casos en los que los intereses de una minoría económicamente poderosa se han impuesto a los intereses de la ciudadanía de a pie son numerosos en la historia de nuestra democracia.
La crisis económica, financiera, política y social que padece España hoy tiene buena parte de su origen precisamente en esas dinámicas perniciosas donde el interés público y los procesos democráticos han sido secuestrados por los intereses de una minoría”.

La organización pide que se tomen medidas contra los paraísos fiscales
Entre las políticas diseñadas en los últimos años que favorecen a la minoría de ricos, la organización enumera la desregulación y opacidad financiera, los paraísos fiscales, la reducción de impuestos a las rentas más altas o los recortes de gasto en servicios e inversiones públicas. El informe constata cómo, en el caso de Europa, “las tremendas presiones de los mercados financieros han impulsado drásticas medidas de austeridad que han golpeado a las clases baja y media, mientras los grandes inversores se han aprovechado de los planes de rescate públicos”.
Por todo ello, Oxfam Intermón exigirá en el marco del Foro Económico Mundial de Davos a sus asistentes (sean particulares o representantes de Gobiernos) que adopten compromisos en áreas como los paraísos fiscales (que no se permita que se utilicen para evadir impuestos); que se hagan públicas las inversiones en empresas y fondos; que respalden sistemas fiscales progresivos; que exijan a sus Gobiernos que los impuestos se destinen a servicios públicos o que si lo son inviertan en atención sanitaria y en educación universales, o que las empresas que representan paguen salarios dignos a sus empleados y los países legislen en esta dirección, fortaleciendo umbrales salariales y derechos laborales.
Por si a alguien se le ocurre pensar que los planteamientos de Oxfam Intermón son utópicos, la organización recuerda que “esta peligrosa tendencia” es reversible y que existen ejemplos de ello. Fue el caso, recuerda, de Estados Unidos o Europa tras la II Guerra Mundial, cuando el crecimiento económico se compatibilizó con la reducción de la desigualdad, o el caso de América Latina, donde la brecha ha disminuido “significativamente durante la última década gracias a una fiscalidad más progresiva, los servicios públicos, la protección oficial y el empleo digno”.
El informe también contempla ejemplos de concentración en países en desarrollo y alude a la superminoritaria élite india, millonarios que en buena parte han forjado sus fortunas en sectores cuyos beneficios dependen del acceso a los servicios básicos; al poder de las élites en Pakistán y su influencia en la manipulación legal; a la desigualdad en África, pese a la abundancia de recursos, o a lo que llama “red mundial de secretos bancarios”, que no es otra que la que forman los paraísos fiscales.

Inhabilitación para el juez del caso Blesa.

Hace unos días el juez Elpidio Silva fue llevado a causa para su inhabilitación durante cuarenta años. Se le acusa por presuntos delitos de prevaricación, ratardo malicioso en la Administración y contra la libertad individual de Miguel Blesa.

Hasta ahí nada destacable, sin embargo, el enjuiciamiento de Silva deja un poso en la población difícil de eliminar y explicar. Una sensación de vacío en la justicia, de impunidad de los poderes fácticos de éste país. Al ciudadano de a píe le queda la sensación, o al menos a mí, de que si los jueces se atreven a tocar ciertas aristas del cuadrado de los poderosos, éstas les cortan. Garzón, también sufrió la persecución mediática de los afines a la corruptela del partido popular, cuando llevaba el caso Gurtel. Llama sobre manera la atención, que casos tan graves como el de Gurtel, la financiación ilegal del PP, el caso Barcenas, El caso Blesa o las preferentes, terminen con dos jueces encausados, alguno más cuestionado y ninguna dimisión. Decía Fernando Savater que en una sociedad es admisible la corrupción, ya que no se puede controlar a todos los ciudadanos, pero no su impunidad.

Hasta que punto una sociedad puede llamarse moderna, democrática y del bienestar, si revolotea sobre los tejados la sensación de que hay dos varas de medir, de que ciertos asuntos hay que cortarlos por lo sano y otros demorarlo. Silva ha sido imputado velozmente, de modo supersónico. Y aún estamos con los "dimes y diretes" en otras causas. Como ejemplo el caso de los ERES, los citados anteriormente o el caso Malaya, todos ellos con evidencias de corrupción, defendidos por la pléyade de amigos de unos u otros. Esos medios de comunicación que sacan las garras para atacar al contrario político pero que las recoge cuando se trata de los suyos.

Una justicia que intenta evitar el "paseillo" a la infanta, es una justicia que agoniza en su principio universal de igualdad, pues deja de ser ciega. A veces mira para otro lado, otras no quiere ver y en otras pone toda su atención y rigurosidad. Esta sensación de desequilibrio en la justicia es tan o más peligrosa que la corrupción o ineficacia política, pues pone en cuestión el estado de derecho, al menos moralmente y desde el punto de vista del ciudadano medio, lo que significa cuestionar las normas de convivencia y la sociedad en sí misma.

MCA



Entrevista al juez silva en La sexta noche.

http://www.youtube.com/watch?v=b4FitleqdRY



martes, 14 de enero de 2014

El día del balón de oro

Hoy es el día posterior al galardón por antonomasia del fútbol mundial, el balón de oro. El premio individual más importante que ningún futbolista puede lograr. Felicidades a Cristiano Ronaldo. Pero no escribo por ello, sino por una noticia curiosa que he leído sobre alguien que también o practicaba, Bob Marley, el también ganó numerosos premios dorados con su pasión más conocida, la música. Pero fue jugando al fútbol cuando descubrió que tenía cáncer tras un pisotón. Aprovecho para mandar fuerzas a todas las personas que están pasando por eso ahora, ellos también podrían merecer un balón de (oxigeno) oro para que sigan adelante. Os dejo con la noticia de Marley.

MCA



¿Cómo murió Bob Marley?

  • El músico descubrió que tenía cáncer de la forma más inesperada: tras sufrir un pisotón en un partido de fútbol en 1978

  • La leyenda del 'reggae' falleció en 1981 sin poder llegar a Jamaica


El 26 de junio del 78, como era habitual en cada ciudad europea que visitaba, Bob Marley montó un partido de fútbol entre periodistas y todo su grupo, incluidos 'pipas'. Durante el lance, un crítico de la revista 'Rock and Folk' parece que le pisó el pie derecho. Marley cayó lesionado. Sentía unos dolores terribles en el dedo gordo, donde también había perdido la uña. En una clínica le detectaron un tipo de melanoma maligno. Le aconsejaron amputar el dedo. Se negó en redondo. Los rastas no pueden quitarse ni una mínima parte de su cuerpo. Fue entonces cuando Marley comenzó a huir hacia adelante.
Tres años después, el 5 de octubre de 1980, visitaba Nueva York por primera vez en su vida. Dos actuaciones en el Madison Square Garden. Vivía el lujo del hotel Essex House, al sur del Central Park, pero la mañana del 8 de octubre salió a hacer 'joggin' y se cayó al suelo desplomado. Cuando le atendieron echaba espuma por la boca. En el hospital Memorial Sloan-Kettering Cancer Center, donde fue ingresado, quedaron horrorizados. El cáncer había avanzado en su metástasis al cerebro, pulmones, hígado y estómago.
Le dieron un mes de vida, pero ni eso le detuvo en su carrera hasta Jah, el dios rasta. Tres días después actuaba en el teatro Stanley de Pittsburgh. Sería su última actuación.

De hospital en hospital

Poco después, la gira fue cancelada y Bob aceptó volver al Memorial Sloan-Kettering Centre, en el mismo Manhattan. Marley, con enorme pánico a morir, permitió por primera vez que le aplicasen tratamientos de radio. Abrumado por la publicidad, Bob obligó a que le trasladaran al Hospital Cedars of Lebanon, en Miami, al que tenía más simpatía. Como la presión mediática subió de tono, decidieron instalarlo en una nueva clínica, en la Rosarito Beach, en México, con el doctor 'brujo' Rodrigo Rodríguez. El mismo doctor y la misma clínica que el actor Steve McQueen había utilizado pocos meses atrás para huir de su cáncer. No lo logró.
Es muy posible que la única que se deba cuenta de que Marley se estaba muriendo era su propia esposa, Rita, que seguía en la banda de su marido como una de las tres I Threes del coro. De manera secreta, Rita avaló el bautismo de Marley en una Iglesia Ortodoxa Etíope. El 4 de noviembre de 1980 Bob pasó a llamarse Berhane Selassie, el mismo nombre que el Negus, el fascista dictador emperador de Etiopía, que para los rastas era considerado como el mismo Jesucristo.

La clínica de las SS

Al mismo tiempo, Rita aceptó el consejo del doctor jamaicano Carl 'Pee Wee' Fraser. Éste les dijo que un viejo doctor comandante de las SS llamado Josef Issels obraba milagros con el cáncer en su clínica, en Baviera, a las afueras de Múnich. Marley pasó allí ocho meses. Durante ese tiempo, el gran Marley se sometió a toda clase de torturas a manos de ese viejo doctor, colega de Josef Mengele en Auschwitz.
Cambios de sangre, inyecciones de líquidos secretos a través de largas agujas inyectadas en su estómago y en un su espina dorsal... Auténticas torturas, como decía su madre Cedella Booker, que se asustó al visitarle en la clínica. Quedó petrificada y deprimida al ver a su hijo extremadamente delgado, sin pelo y sin fuerza alguna. Ya no podía siquiera mover los dedos en su guitarra acústica favorita.
Bob Marley, con el dedo vendado.
A comienzos del mes de mayo de 1981, el ínclito médico de las SS le dijo a Rita que Bob Marley estaba sentenciado a muerte. Probablemente le quedaban sólo unos días. Bob tenía miedo a volar en pequeños aviones. Así que su entorno no tuvo más remedio que convencer al pobre Chris Blackwell, su mentor y presidente de la compañía discográfica Island, para que pagara los 90.000 dólares que costó el 747 de Lufthansa para trasladarlo a Jamaica.
Pero estaba tan grave que tuvieron que aterrizar y meterlo en el Cedar de Miami. Llegaron el 10 de mayo. Marley apenas duró dos días. Su madre Cedella recuerda cómo empezó a sudar, pero dormía. Finalmente, mientras trataba de suministrarle un calmante, comprobó que su hijo no respiraba. Rita llegó una media hora después de su muerte. El gran Bob Marley, la más grande estrella de la música del Tercer Mundo había expirado a las once y media de la mañana del 11 de mayo de 1981.

Su muerte, un problema

Pero incluso su muerte fue un enorme problema que ni siquiera hasta ahora se ha solucionado. Bob se había negado repetidamente a dejar testamento, porque para los rastas eso significa firmar tu muerte. Pero allí estaban su viuda, Rita, más otras ocho mujeres, más su madre Cedella y una prole de 12 hijos reconocidos -uno más, Makeda, nacía 19 días después- reclamando sus derechos patrimoniales ."Pero yo era su viuda y la madre de sus hijos oficiales y la responsable de su patrimonio", decía Rita Marley.
Guardo una relación muy especial con Rita Marley, porque juntos grabamos un tema, 'In heaven we'll meet, con las palabras de Bob como si hiciera 'hip-hop'. Ella siempre cobra al contado, quiere ver los 'greens' (como llama a los dólares), es especialista en marisco, es la cabeza visible de la Fundación Marley, pero sabe que el entramado legal es tan complejo que incluso Martin Scorsese prefirió abandonar la película que iba a hacer sobre Marley, que finalmente terminó Kevin Mcdonald con cierto éxito.
Tengo el orgullo de haber conocido a Bob Marley. La primera vez, en Ibiza, un día después de mi cumpleaños, el 28 de junio de 1978. Mi querido y siempre recordado amigo Carlos Juan Casado, representante de Island, y el promotor Gay Mercader eran 'forofos' del cantante. Gracias a ellos también jugué al fútbol con Bob, dos años después, una mañana del 30 de junio de 1980 en Barcelona. Es más, todavía siento su violento aliento en mi cogote.
Es una sensación que nunca me he podido quitar de la cabeza. No era Pelé, pero corría como un poseso. Le pregunté por qué le gustaba tanto el fútbol y me contestó: "Será por los genes de la familia de mi padre". Su padre fue el capitán de navío inglés Norval Sinclair Marley y dejó embarazada a una de las sirvientas de la población en el norte de la isla con tan sólo 16 años.
Era esa misma clase dirigente de su padre la que en Jamaica llamaba 'raggamuffin music' -música de los desharrapados- a un estilo que en un principio se denominaba 'ska' o 'blue beat'. 'Reggae' es sólo una manera de pronunciar 'ragga' y 'ragga' es sólo una manera perezosa de decir 'raggamuffi', o más bien, de no decirlo, convirtiéndolo en algo más callejero y más cafre.

Los rastas

El 'reggae' era la música de los rastafaris. Hace unos 70 años, Marcus Garvey, un evangelista de aliento inflamado, se paseaba por el Harlem de los años 20 profetizando la coronación de un rey negro en África que redimiría y reuniría a las tribus extraviadas y las retornaría de vuelta a casa. Está en la Biblia, en las Revelaciones, capítulo 5, entre el primer versículo y el décimo. Cuando Haile Selassie fue coronado emperador de Etiopía en 1930, los Rastas de Jamaica le reconocieron como Ras Tafari, el único Dios verdadero de la profecía, el rey de reyes, el león de Judá o, simplemente, Jah. A Selassie nunca le gustó todo aquello y esquivaba todo lo relacionado con ellos.
Los rastas nunca pierden la esperanza del regreso a su África soñada. Mientras tanto se sienten exiliados en los confines de Babilonia, que es nuestro mundo occidental. Los rastas profesan una conducta estrictamente nazarena: no beben alcohol, no comen carne, viven comunalmente y nunca mendigan ni roban. Se fuman cerca de tres cuartos de kilo de droga a la semana. No dejan pasar un minuto sin liar de nuevo un porro o 'kaya', como hierba sacramental. Bob Marley era uno de ellos. Nunca tuvo relación con la familia 'blanca' de su padre.
Así que a Bob le enterraron donde su madre quería, donde nació, en Nine Miles, al norte de isla .Y allí está su cuerpo todavía, en un pequeño panteón. Hace unos años, Rita me narró con exactitud con qué objetos le enterraron: no faltaron su guitarra Les Paul dorada, un balón de fútbol, unos brotes de cannabis, un anillo que le había regalado el hijo de Selassie y, finalmente, una Biblia.
Rita me confesó poco tiempo después que se había guardado unos cuantos 'dreads' (cabellos rastas de Bob) y que los había esparcido en Etiopía, donde cree ella que a Bob le hubiera gustado volver.Hace unos años quiso exhumar el cadáver y enterrarlo en Shashemene, a unos 200 kilómetros de Addis Abeba, donde todavía viven muchos rastas que pudieron 'abandonar' Babilona. El gobierno de Jamaica lo prohibió, al mismo tiempo que este epitafio: "Mi música lucha contra este sistema de locos gobernantes que sólo enseña a vivir y morir".

jueves, 9 de enero de 2014

Un país sin luces

La opacidad intolerable de las llamadas "eléctricas" españolas es tremenda, Évole en su programa semanal lo desgranaba desde su gástrico interior el pasado año. http://www.atresplayer.com/television/programas/salvados/temporada-6/capitulo-10-oligopoly-juego-energa_2012111600335.html

Entonces, nos llevamos las manos a la cabeza, enfurecíamos y nos agitábamos como locos, por la desazón perturbadora, que tal injusticia nos creaba. Unas eléctricas que han hecho de todo, pero siempre sin escrúpulos. Hace pocas fechas, justo antes de fin de año, acordaban en un subasta que habría una subida del 11% a partir de Enero. El gobierno, la suspendió por estar escandalosamente amañada. Lo ha podido hacer en otras muchas otras ocasiones, pero el amiguismo de los políticos, estos del PP y los anteriores del PSOE, no les permitía seguir esa vía. La de la honestidad, suya y al cargo que ostentan. Pero siempre hay límites, así el acuerdo será el siguiente habrá una subida pero menor ahora, y el resto y como diría la ministra lo vais cobrando en diferido, es decir, a lo largo del años habrá más subidas. Así, España lejos de innovar e investigar para una producción de energía más limpia y económica, sigue enredada en una legislación compleja y redactada para el beneficio económico de unos cuantos. 

Ya resulta manida la comparación con Alemania, cuya tasa de energía procedente del sol por metro cuadrado es notablemente inferior, pero que sin embargo ha apostado con mayor fuerza por la energía solar  que España. Todos hemos escuchado mil veces que España ofrece un turismo de "Sol y playa", no se entiende entonces que el recurso solar no sea utilizado con mayor fuerza.

Pero no es este el problema, sino la incapacidad de que haya un verdadero mercado eléctrico y una regulación administrativa eficaz para lograr los objetivos de eficiencia eléctrica. Una eficiencia  que debe ser medida en términos de coste económico, ambiental y de independencia con respecto al mercado global. Por ejemplo, los combustibles fósiles tienen un coste económico moderado, un impacto ambiental muy elevado y una gran dependencia exterior (Siria, Argelia...). Sin embargo, la luz procedente de placas fotovoltaicas tienen un coste económico alto, solucionable con mayor producción y fabricación en masa, pero un impacto ambiental y una dependencia muy bajas. Las razones de una respuesta energética tienen que basarse en el largo plazo, no sólo por el impacto económico del momento, ya que muchas de los problemas actuales son fruto de decisiones tomadas hace años. La dependencia de España de otros países, a los que compra materia prima combustible, hacen que la política exterior de nuestro País esté condicionada, sus impactos ambientales, El Prestige por ejemplo, condicionó otras actividades, como el marisqueo. Los altos niveles de contaminantes atmosféricos nos afectan a todos, en nuestra salud, a ciertas estructuras de edificios y monumentos, con los sobre-costes que no se establecen en los balances de dichas energías. Sus residuos, como los nucleares son un problema para miles de años a resolver con costes que se alargan en el tiempo, caso de las plantas Españolas y de las del sur de Francia (Abastecen, por ejemplo, a Cataluña), al margen de la incertidumbre de un posible accidente. Todo ello debe ser cuestionado por encima de lo que cuesta hoy generar un kilowatio, y por supuesto por encima de lo que pueda ganar este año Endesa, Fenosa o Iberdrola, por nombrar algunos. 

De nuevo queda en evidencia que el bien general está supeditado al bien particular.

MCA


jueves, 26 de diciembre de 2013

Aborto.

Las discrepancias sobre el aborto y el derecho a la vida son abismales entre los frentes políticos de éste país. Conocedores de que las 14 primeras semanas de gestación son tan tempranas como para no considerar el zigoto como ser humano, la izquierda e incluso parte de la derecha, se escudan en el juicio de la ciencia y en el sentido común de dejar decidir a las madres. Tres meses y medio a partir de los cuales la vida es definida como tal en el vientre materno. Claro está que la linea de catorce semanas es arbitraria, como lo es, en esta vida legislada, otras tantas cosas. Desde los límites de velocidad hasta la edad a partir de la cuál se puede ejercer el derecho a voto.

No soy partidario del aborto "por que sí", pero entiendo que nadie aborta por placer. No es menos cierto que hay que hacer otro tipos de políticas para evitar el extremo, no deseado por nadie, del aborto. Es ahí dónde quiero poner la exclamación, ya que dicho debate abortista se ha abierto por solicitud del casposo grupo de votantes y simpatizantes del PP, que se sitúa junto a la conferencia episcopal. Misma conferencia que proclama como pecaminoso el uso del preservativo, que dice que la mujer tiene que estar junto su marido siempre aunque sea  maltratada, que vincula ese maltrato a las uniones no canónicas, que no considera a los gays como normales. Misma iglesia que roba al desvalido y se apodera sin remordimiento del patrimonio de los españoles, bajo el paraguas del bien común (Casos como el Navarro son desconcertantes). Esta es la iglesia que pidió el voto sin condición al PP y que no lo critica hoy por miserable con los ciudadanos, ya que la política de hoy también es contraria a la palabra del profeta Jesús. Pero lo rancio no quita lo despótico, corrupto y malicioso que es esta dualidad espiritual y política, de la que van de la mano los unos y los otros.

 El moralista olvida rápidamente su moral ante el dinero o la ensalza en busca de él. Teniendo un poco de memoria, hay que recordar, que nunca estuvieron tan altas las lanzas como hoy durante los casi treinta años de ley del aborto, inclusive las dos legislaturas de Aznar, y es que por entonces, la iglesia conservaba buena parte de los privilegios heredados del franquísmo. Cuestión que se puso en duda durante la legislatura socialista de Zapatero, con la asignatura de educación para la ciudadanía, la reducción del peso de las asignaturas de religión, y la famosa X en la declaración de la renta. Es decir, reducción del dinero. Y fue entonces, y no antes, cuando un grupo de obispos, de dudosa honorabilidad y pulcritud cristiana; jamás Jesús querría ser obispo, pues eso significa ostentación y diferenciación del prójimo, por no dudar de sus intereses económicos particulares (algunos imputados por hechos delictivos relacionados con evasión de impuestos); decidió pedir el voto sin censura para el PP. No por cristiano (el PP había llevado las tropas a una guerra), sino por aliado político. Ya estaba la jodida Iglesia volviendo por sus fueros históricos de mezclar salves con escaños.

Ahora el PP, o parte de él, porque hay que ser justo con aquellos que se oponen, debe pagar su deuda por el apoyo eclesiástico de hace algo más o menos un lustro. Porque de otro modo no tendría explicación que no lo hubiesen hecho durante los ocho años de mandato de Aznar, ni que no se opusieran en su día con tanta vehemencia.

MCA

Un ataque político a las formas de vida

Un ataque político a las formas de vida

Las artes y la educación han sufrido más que nunca en España. El escritor considera que los brutales tijeretazos del Gobierno imponen el imperio del monocultivo cultural

Cuando leo o escucho que baja el “consumo cultural”, estiro las orejas como un perro. Hay más cosas que hago como un perro, pero no sé si tienen que ver con la cultura. El caso es que la expresión “consumo cultural” me pone nervioso, como si se tratara de una contradicción en los términos. O es consumo o es cultural, me digo. Veamos: esa persona que en este mismo instante se encuentra en la cama de la habitación de un hotel leyendo Crimen y castigo, ¿está consumiendo realmente el libro? ¿Lo consume al modo en que consumo yo energía eléctrica al encender la luz, al modo en que consumo una conserva al abrir una lata de berberechos, al modo en el que consumo un pequeño electrodoméstico al exprimir una naranja? ¿Está consumiendo la novela como el adolescente que consume la paciencia de los padres, como el cincuentón que consume para cenar un yogur griego con pipas de calabaza, como el que se compra un rolex de oro? ¿Podríamos decir que esa persona es usuaria de la novela de Dostoievski al modo en que se es usuario de un campo de golf o de una tarjeta de crédito?
Ustedes perdonen, pero la imagen de una señora desesperada (porque me gusta, sí, que esté desesperada) leyendo el libro del célebre autor ruso me ha despistado del asunto principal. Pensar que mientras yo escribo estas palabras puede haber una mujer en la habitación de un hotel de Buenos Aires, por ejemplo, siguiendo, jadeante, las aventuras y desventuras de Raskolnikof, el famoso asesino de la vieja avara, me excita mucho, muchísimo, y en todos los sentidos. Ya me pregunto si la lectora está en ropa interior o desnuda, si con fiebre o sin ella, si con maquillaje o con la cara lavada. ¿Y qué hace en Buenos Aires, por Dios? ¿Vive en Argentina o acaba de llegar de Europa y se ha desvelado por la diferencia horaria? ¿Es representante de una firma de cosméticos o profesora de Lengua? De ser profesora de Lengua, seguro que ha acudido a un congreso. La Lengua es una de las cosas que más congresos produce, la Lengua y las enfermedades del corazón. Por cierto, ¿sería correcto calificar como producto de consumo un Congreso sobre la Metáfora al que acudiera como ponente, pongamos por caso, Umberto Eco? ¿Se consume una conferencia de Eco con el mismo espíritu e idénticos resultados con los que se consume esta marca de agua tónica o aquella otra? Y bien, ¿ha entrado esa señora de Buenos Aires en el libro de Dostoievski con el mismo espíritu pródigo con el que se entra en un concesionario de automóviles o en una tienda de perfumes?
Un sistema filosófico, en fin, no es un bien consumible
El libro tiene un costado contable, eso no podemos negarlo. Hay quien lo escribe, quien lo edita, quien lo distribuye y hay, con suerte, alguien que lo compra. Proporciona puestos de trabajo, genera actividad económica e influye en el PIB. Pero, claro, todo eso es pura filfa en relación con los beneficios intangibles que proporciona. Un sistema filosófico, en fin, no es un bien consumible. Tampoco una fantasía erótica, qué le vamos a hacer. Las obras de Platón llevan siglos produciendo beneficios económicos, pero a ningún perturbado se le ha ocurrido, de momento, establecer el cálculo porque no se lee a Platón como se compran acciones de Endesa. Otro asunto es que su lectura provoque efectos secundarios de ese orden en la medida, por ejemplo, en que uno pueda ganarse la vida explicando al filósofo griego (los profesores de filosofía no fueron siempre una especie en extinción).
Por eso deberíamos ser más cuidadosos al elegir las palabras con las que nombramos las cosas. Ir al cine, escuchar a Beethoven, leer a Dostoievski o visitar el Museo del Prado no son formas de consumo. Son formas de vida. Así que, en vez de señalar en los periódicos, un día sí y otro también, que este Gobierno recorta las ayudas económicas al cine, al teatro, a la educación, etcétera, deberíamos denunciar que recorta las formas de vida actualmente existentes: “El Gobierno recorta una nueva forma de existencia”. “Desciende el número de formas de entender el mundo”. “El ministro de Cultura aboga por el monocultivo cinematográfico”. Tales deberían ser los titulares.
¿Cómo se ha llegado a esta situación en la que nos pasamos el día haciendo reglas de tres por las que intentamos averiguar cuán burros somos estableciendo proporciones aritméticas entre los presupuestos del Estado y la Crítica de la Razón Pura? Se ha llegado dando por supuesto que aquello que no se puede medir como se mide una hectárea, o cuantificar como se cuantifica una herencia, no existe. Si cuantificar consiste en expresar numéricamente una magnitud, ya me dirán qué cifra otorgamos a las obras completas de Kafka.
Ir al cine, escuchar a Beethoven, leer a Dostoievski o visitar el Museo del Prado no son formas de consumo. Son formas de vida
—A ver, ¿qué beneficios le ha traído a la señora que hemos abandonado en la cama de un hotel de Buenos Aires leer a Dostoievski?
—Beneficios, ¿en qué sentido?
—Beneficios en el sentido de beneficios, gilipollas.
—Bueno, podríamos decir que uno es más sabio después de haber leído al ruso.
—Más sabio, más sabio… ¿Hablamos de una sabiduría práctica, de la que se puedan obtener unos rendimientos económicos inmediatos?
—Eso no, pero cuando uno lee aprende a leerse y a leer el mundo, aprende a interpretar la realidad, comprende la importancia de la búsqueda del sentido…
—No me joda usted. Yo, sin haber leído a Dostoievski, quizá gracias a eso, he montado una franquicia de jabones que da trabajo a cinco mil personas.
—¿Cuánto ganan esas personas?
—Cuatrocientos euros de media. Y me hacen horas extraordinarias y festivos, y si les pido que me lleven a los niños al colegio, me los llevan. Bien visto, no entiendo cómo no me matan.
—Quizá porque no han leído a Dostoievski.
—Razón de más para prohibir las humanidades.
¿Acaso, cuando muere un autor, la necrológica señala lo que su pérdida implica desde el punto de vista económico? Recientemente nos abandonó Doris Lessing. He leído todo lo que se escribió en los días posteriores a la noticia y nadie hacía mención a su potencial económico. ¿Las obras de esta autora no produjeron dinero? Sí, quizá más del que usted y yo podamos imaginar. ¿Entonces? ¿Se omitió el dato por delicadeza? En absoluto. Se omitió porque el beneficio económico era un daño colateral. Lo importante de la obra de Doris Lessing es lo que hizo por el progreso de la cultura humanística, que no se puede reducir a una cifra. Cuando esto no se comprende, las humanidades se van al carajo en los estudios. Se quita el latín, se quita el griego, la filosofía, se reduce el estudio de la lengua y la literatura... Cuando no se comprende, decimos, pero quizá también cuando se comprende demasiado. Las sociedades en las que se pierde la sensibilidad cultural son más dóciles, más fáciles de manejar, son menos libres porque carecen de un discurso alternativo al dominante. Sin discurso, no hay manera de modificar la realidad. La realidad es producto del discurso. La realidad actual es producto del discurso dominante actual. De ahí su calamitoso estado.
Cada lunes por la mañana, cuando salgo a caminar por un parque cercano a mi domicilio, veo, indefectiblemente, rota la marquesina de un autobús. Son destrozos llevados a cabo cada fin de semana por jóvenes incapaces de expresar su malestar de otro modo. Odian el sistema y apedrean por tanto los símbolos externos de ese sistema practicando un modo de delincuencia atenuada que les compensa momentáneamente de vivir en un mundo sin salida, sin horizonte laboral o moral, en un mundo completamente desquiciado. No advierten que el delincuente, tal como señalaba Octavio Paz en un ensayo de juventud, confirma la ley en el momento mismo de transgredirla. No se trata de un sujeto peligroso, pues. De hecho, si un día, de la noche a la mañana, desapareciera esta delincuencia de baja intensidad, el Ministerio del Interior tardaría 48 horas en convocar oposiciones para cubrir urgentemente todas esas plazas de delincuentes desaparecidos.
No advierten que el delincuente, tal como señalaba Octavio Paz en un ensayo de juventud, confirma la ley en el momento mismo de transgredirla
Si se puede practicar impunemente la delincuencia grande, por la que actualmente estamos gobernados, es, en parte, por la existencia de los pequeños malhechores, con los que el poder nos distrae como ese mago que nos obliga a mirar su mano izquierda mientras consuma la trampa con la derecha. El joven, pues, que el sábado por la noche termina la juerga colocando silicona en la ranura de un cajero automático para no irse a la cama sin haber contribuido a la liquidación del sistema, está haciendo gratis algo por lo que le deberían pagar. No sabe hasta qué punto está contribuyendo a reproducir lo que detesta. No constituye un peligro para nadie, excepto para sí mismo. El tipo verdaderamente peligroso es el que un sábado por la tarde se queda en casa leyendo Madame Bovary (tomen Madame Bovary como un ejemplo). Ese chico es una bomba, ya que la realidad está hecha de palabras. Quien las domina tiene más capacidad de destrucción que un experto en explosivos. Si los lectores de Madame Bovary, en fin, alcanzaran el tamaño que los sociólogos denominan “masa crítica”, acabarían generando un discurso que, colocado en el sitio adecuado, haría, al explotar, más daño que la Goma 2.
No hace mucho estaba en mi casa, sin meterme con nadie, cuando sonó el timbre de la puerta. Abrí. Al otro lado había una chica que quería hacerme una encuesta sobre “hábitos de consumo”. La invité a pasar y todo fue bien hasta que llegamos al apartado de “consumos culturales”. ¿Cómo se mide ese hábito?, me pregunté. ¿Se puede calificar la lectura de Proust como un hábito de consumo? Entonces fue cuando me vino a la cabeza la imagen de una señora de edad media leyendo Crimen y castigo en la habitación de un hotel de Buenos Aires. Despedí a la encuestadora y repasé las noticias de los últimos meses relacionadas con el estado de la cultura. Todas, sin excepción, hablaban de los recortes económicos en un intento desesperado de cuantificar económicamente lo incuantificable. Naturalmente que hay una relación entre el dinero circulante y los bienes de consumo. ¿Pero debemos darle a la cultura y a la educación el tratamiento de un bien de consumo? No lo creo, porque en ese mismo instante las reducimos a la categoría de lo prescindible. Si en épocas de crisis, viene a decirnos el ministro de Cultura, prescindimos del coche o de cenar fuera los sábados, ¿por qué no reducir también el consumo de Quevedo, de Flaubert, de Walter Benjamin, de Chejov o de Hitchcock? Ahí está la trampa. La incógnita de por qué hoy somos más burros que ayer pero menos que mañana no se despeja con una ecuación convencional. Tal vez los recortes que el Gobierno actual está aplicando a la formación humanística y, en general, a la cultura, no sean el origen de nuestras carencias educativas, sino su consecuencia. Lo hace porque puede. Lo hace porque nos puede. Nos puede porque nos hemos quedado sin discurso.